Juan de Caramuel y Lobkowitz nació el 23 de mayo de 1606 en en Madrid. De ascendencia alemana crece en un ambiente culto debido a la profesión de su padre el luxemburgués Lorenzo Caramuel (ingeniero militar, inventor y astrónomo). Desde temprana edad mostró innatas aptitudes para las ciencias y las letras por lo que a los once años ingresó en la Universidad de Alcalá donde se instruyó en humanidades y filosofía. Seis años después decide comenzar una carrera religiosa ingresando en la orden de los cistercienses. En el monasterio de la Espina (Valladolid), donde comenzó sus estudios religiosos, conoció al fraile Pedro de Ureña que le enseñaría en las áreas de astronomía y matemáticas, y Caramuel sentiría admiración por él.
Terminada su educación en España decidió viajar por Europa para poder ampliar sus conocimientos. En 1632 viajó hasta Lovaina para ser instruido por el matemático Ignacio Derkennis y en 1635 aplicó sus conocimientos de artillería (aprendidos por su padre) en la defensa de la ciudad ante el ataque de los franceses y holandeses.
Para poder adquirir un mejor estatus social intentó relacionarse con miembros de la corte española y altos funcionarios consiguiendo entablar una estrecha amistad con el gobernador de los Países Bajos, el cardenal – infante Don Fernando de Austria (hermano de Felipe IV de España). Su nombramiento como predicador real le permitió el acceso a archivos e información que le ayudarían a desarrollar sus investigaciones. Uno de sus más importantes protectores fue el príncipe Don Manuel de Portugal. Caramuel logró hacerse con el doctorado lo que le permitió mantener el contacto con los investigadores más importantes del momento, entre ellos Gassendi, Rheita, Marci, Descartes, Kircher, etc.
A través del marqués de Torres, Luis de Bolea, conoció a Godofredo Wendelino, un matemático flamenco de enorme peso e influencia en el mundo académico. Los resultados de sus investigaciones astronómicas las compartió con Caramuel, entre otros científicos. Pero sería con la publicación de su obra Mathesis Audax (1642 – 1644) cuando obtendría un reconocimiento amplio obteniendo el sobrenombre del “matemático audaz” debido al ingenio de su obra, aunque algunos de sus colegas lo emplearían en un tono un tanto despectivo.
Es precisamente entre esos años cuando las investigaciones de Caramuel se incrementan en gran medida. Sus estudios sobre el péndulo en disensión y discrepancia le permitió perfeccionar la construcción de los relojes haciéndolos más precisos. A su vez aplica estos hallazgos a la astronomía pudiendo calcular el diámetro de los planetas y la distancia de las estrellas. También elaboró tesis sobre la fuerza de la gravedad lo que le llevó a tener disputas con el ingeniero francés Alexandre Calignon de Peyrens aunque al final llevaría la razón Caramuel debido a un experimento hecho por Descartes.
En 1643 a través de su obra Novem Stellae circa Iovem Caramuel defiende el descubrimiento de Rheita de cinco nuevos satélites de Júpiter frente a la hipótesis de Gassendi.
A partir de 1644 abandona los países Bajos para servir en la corte del sacro emperador Fernando III de Habsburgo y hacer así carrera política. Durante diez años Caramuel mantuvo una vida itinerante por los estados alemanes teniendo que intervenir activamente en los conflictos que se estaban produciendo.
En 1654 llegó a Roma con el objetivo de convertirse en cardenal, sin embargo, la política vaticana y la cierta indiferencia de Alejandro VII truncaron sus planes. Lentamente fue apartado del foco político acabando sus días en Vigevano, Milán, como obispo por mediación de la reina regente Mariana de Austria. Allí continuaría con su labor de investigación y desarrollo artístico y cultural hasta su muerte en 1682.
Juan de Caramuel fue uno de los grandes pensadores de su tiempo, habiendo escrito tesis e hipótesis en prácticamente todas las áreas del conocimiento: matemáticas, filosofía, literatura, música, etc. Y mantuvo una constante correspondencia con los grandes pensadores de su tiempo lo que le permitió avanzar en sus investigaciones y teorías.
Bibliografía
Caramuel, J., (2009), Filosofía de la matemática (Meditatio Prooemialis), Barcelona: Alta Fulla.
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