De origen toledano, se sabe poco sobre su infancia y juventud, solo que estudió Artes y Teología. A finales de siglo, fue llamado para leer la “teoría de los senos” en la Academia Real de Matemáticas en Madrid, lo cual hizo durante casi dos cursos. Después de esto fue elegido por el Consejo de Indias en 1598 para participar en una comisión de cosmógrafos encargada de revisar la Reforma de los Instrumentos y del Padrón Real de la Casa de la Contratación. Ese mismo año fue nombrado “entretenido de las obras de Cádiz”, puesto en el que debía ayudar al ingeniero Cristóbal de Rojas a reconstruir las fortificaciones de Cádiz. También ayudando a de Rojas, hubo de embarcarse en 1599 en dirección a Lisboa, la Coruña y otros lugares atacados o amenazados por los ingleses, donde estudió durante cuatro meses las fortificaciones de esas ciudades. Así, durante varios años se dedicó a la labor de las obras defensivas.
En 1610 se unió por orden del Consejo de Indias a la junta que debía encargarse de examinar el método de la Aguja Fija, pensado por el portugués Fonseca para encontrar con precisión la coordenada de longitud de un punto. Al año siguiente fue elegido por el Real Consejo como cosmógrafo mayor y catedrático de Matemáticas y Cosmografía de la Academia Real. Ambos puestos los mantuvo hasta su muerte en 1625. Desde 1623 fue el preceptor del cardenal Fernando, hijo de Felipe III.
Durante el tiempo que fue docente en Madrid realizó diversas observaciones astronómicas, de las cuales dejó información escrita, como por ejemplo la relativa al cometa de 1618, al tamaño de la luna o del diámetro de Marte. En cuanto a su actividad técnica cosmográfica, la más importante fue la de elaborar en 1620 una Carta grande de marear, por orden del Consejo de Indias, además de inspeccionar las cartas y los instrumentos para la expedición que realizó Diego Ramírez al estrecho de Magallanes.
Aunque no imprimiera ninguna obra, produjo una gran cantidad de textos conservados en la Biblioteca Nacional.. Por un lado, encontramos tratados sobre ingeniería, cartografía, matemáticas y astronomía, relacionado todo con su papel docente. Por otro lado, y también debido a su nombramiento de catedrático de la Academia Real, las traducciones de obras científicas, como la incompleta del De Revolutionibus Orbium Caelestium de Nicolás Copérnico. En uno de los manuscritos de esta traducción se incluye un prólogo del propio Cedillo, conformando una versión comentada en castellano de la obra. La importancia de este manuscrito se debe a que fue la primera traducción a una lengua romance del texto copernicano. A partir de estos escritos se puede apreciar la postura heliocentrista de Cedillo, además de su aceptación de otras teorías nuevas de sus contemporáneos.
Imágenes
Imagen 1: Anotaciones de Cedillo con mediciones del cometa de 1618. BN., Ms 9092. Fuente: http://catalogo.bne.es/uhtbin/cgisirsi/0/x/0/05?format=MANUSCRITO&searchdata1=%28Juan+Cedillo%7BAUTORBNE%7D%29&general=
Imagen 2: Traducción de De Revolutionibus por Cedillo. B.N., Ms909. Fuente: http://catalogo.bne.es/uhtbin/cgisirsi/0/x/0/05?format=MANUSCRITO&searchdata1=%28Juan+Cedillo%7BAUTORBNE%7D%29&general=
Bibliografía
Esteban Piñeiro, M. (2006), “La astronomía en la España del primer tercio del siglo XVII”, Anuario del Observatorio Astronómico de Madrid para 2007. Madrid: Instituto Geográfico Nacional, pp. 267 - 391.
Esteban Piñeiro, M.; (n.d.), “Juan Cedillo Díaz”. Consultado el 12 de abril, Real Academia de la Historia, de https://dbe.rah.es/biografias/15875/juan-cedillo-diaz
Esteban Piñeiro, M.; Gómez Crespo, F.; (1991); “La primera versión castellana de De Revolutionibus Orbium Caelestium: Juan Cedillo Díaz (1620 - 1625)”; Asclepio, vol. 43, N.1., pp. 131 - 162.
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